Hoy charlando con una amiga que se encuentra en Nueva Zelanda a través del celular, empiezo a recordar una historia que la compartí con pocos. Si bien es mayoritariamente dramática, no hace más que producirme carcajadas cada vez que recuerdo la LOCURA que cometí.
Para el que no estuvo en Tailandia les cuento que allá en algún momento, te subís a una moto. Hasta el momento en que sucedió la anécdota que estoy a punto de contarles, tuve siempre la suerte de encontrar a alguien que iba solo y podía llevarme, por lo que no me había perdido de ninguna actividad. Una de las últimas ciudades en las que estuve fue Ao Nang, había llegado con muchas expectativas y estaba defraudada con el lugar, por decirlo livianamente. La playa no era como en las fotos y todo lo que había para hacer estaba a una distancia en moto. Yo estaba recién llegada y sola, nunca en mi vida había manejado una moto, pero me parecía que no podía ser tan complicado si todo el mundo lo hacía, después de todo, solo eran scooters que no tenían cambio. Sólo acelerabas o frenabas. Pensé en alquilar una en el hostel en el que me hospedaba, ir a pasear y volver a dormir. La tarde anterior había pensado mucho sobre esto: Qué hago? La alquilo? Nunca anduve en moto!! Bueno, es el momento, si no es ahora cuando? Mi parte aventurera terminó ganando la batalla interior.
Cual era mi idea? salir a la ruta (si si, leyeron bien la RUTA) ir hasta unas cascadas que habían a unos 100 km y volver.
Decidida me desperté pensando en que no podía ser que no disfrutara de Ao Nang por una tontera como lo es no saber andar en moto. Odiaba tener que depender de alguien para salir a recorrer, así que bajé a recepción y pedí que me alquilaran una con un casco (la seguridad ante todo). Me subí muy decidida hasta que recordé que no sabía como encenderla. Pido ayuda a una señora recepción, la prende y me dice que tenga cuidado! thanks! le digo canchera, pensando que la dificultad ya había pasado. Me recuerda que le cargue nafta y que para eso debía ir a la estación que quedaba a dos cuadras.
Salgo a la avenida (que por cierto es la avenida principal de la ciudad) y me adentro en el tráfico. Venía bien, hago una cuadra piola y empiezo a divisar que la estación de combustible quedaba en la vereda de enfrente. Como era una avenida de doble mano me tiro hacia la mitad y espero a que crucen los autos que venían por la otra mano, yo venía muy lento pero noto que la moto no se frena del todo sino que sigue avanzando, miro para arriba y veo una manada de autos, me asusto, clavo el freno.. Si, ese freno que no hay que clavar nunca en una moto. El delantero. La moto pega un brinco hacia adelante al mejor estilo caballo siendo domado, yo que reaccioné que si me iba para adelante me pisaban los autos entonces me tiré para el costado, todo esto no olvidemos sucedió en el medio de la avenida. Me levanto rapidísimo mirando para el lado del hostel pensando que seguro me vieron e iba a tener que pagar un millón de bahts por el arreglo. Un plástico se había doblado y estaba muy sucia. La moto se apaga. Todavía tenía que terminar de cruzar la avenida así que decidí hacerlo sin prenderla, arrastrándola pesaba bastante más de lo que me había imaginado, llego a la estación de servicio y sin pensar cargo nafta, en realidad sí pensé en devolverla, pero descarté esa opción rápidamente porque creía que iba a levantar sospechas en el hostel, que la iban a revisar y verían que la había volcado.
Con la moto llena de nafta me quedo a un costado sopesando mis opciones, o la devolvía con el tanque lleno generando todo tipo de preguntas que no iba a saber como sortear con una rodilla y un tobillo sangrante, o seguía viaje.
Decidí volver a subirme a la moto, pero descarté el viaje en ruta, mi confianza estaba por los pisos y mi sentido de supervivencia en un estado de alerta máximo.
Recorrí 8 cuadras de la ciudad sin dejar de temblar en ningún momento, la pasé realmente muy mal, quería bajarme de esa máquina de la muerte y seguir caminando pero no podía abandonarla y correr también con el riesgo de que me la roben!!
Pasó un buen tiempo hasta que decidí que ya era prudente regresar a devolverla, había tenido tiempo de limpiarla y de acomodar el plástico en su lugar, mirando la scooter no habían señales de que me había caído, mirando mis piernas la situación era evidente.
Volví con un pánico inmenso, sabiendo que había firmado un contrato responsabilizándome de todo tipo de daños por una suma inmensa que probablemente triplicaba el valor de la moto en oro. Sólo podía recordar las historias terribles que había leído en otro blogs de gente que había sido estafada y tuvo que pagar sumas de dinero inmensas por raspones insignificantes.
Por suerte, todo salió bien. No había nadie en recepción cuando dejé las llaves y nadie se fijo en que tenía ambas piernas raspadas y sangrando.
Hoy, como otras veces cuando me veo la cicatriz, recuerdo lo que me pasó y me río mucho pensando en lo inconsciente que fui, puedo recordar con exactitud el miedo que pasé, sin ninguna necesidad.
A veces lo corajuda me sale mal, sin embargo no me arrepiento de haberlo hecho, es raro, pero siento que tenía que pasarme esto para darme cuenta de que no por estar en un país exótico me convierto en un ser inmortal. Si bien una lo sabe cuando estás de viaje tendés a despreocuparte. Alquilaría una moto en La Plata? No, ni loca. Sin embargo en Tailandia eso no era una locura, era algo "memorable". A no engañarse! Jajaja.
Espero a través de esta historia haber sacado algunas risas y que lo recuerden al menos antes de alquilar un vehículo que no saben como utilizar.